A menudo los viajeros
experimentamos una intensa sensación cuando desembarcamos en un
nuevo lugar. Un diminuto punto de nuestro planeta queda a veces como
un tatuaje en la piel; grabado para siempre en el recuerdo y
cargado en la mochila de nuestra alma para siempre.
Es indiscutible que
VIAJAR nos transforma y nos enriquece de mil formas distintas.
Escribir sobre esos lugares no me exime de escribir sobre
sensaciones, percepciones y de incluso de conclusiones muy
personales. En contra de todas esas recomendaciones de los gurús que
indican que un blog debe seguir una “linea editorial” o
“especializarse” en un destino, continente o forma de viajar, yo
no entiendo de ese cerco espacial que me limitaría en “mi propia
casa”, en mi propia criatura creativa, a compartir ciertas partes
de nuestro Planeta Tierra.
Es por eso que sigo
escribiendo posts como el que ahora viene (menuda introducción,
¿eh?) saltándome todas las posibilidades de conseguir mil visitas
al día o tres mil seguidores en Twitter. Por
el simple placer de dar alas a la creatividad, poner palabras a los
latidos viajeros de mi corazón y dejar escrito ¡para cuando mi
memoria falle! lo que viví y sentí.
Tatuajes en la piel
es un pequeño recorrido por esos tatuajes que mi cámara
inmortalizó, sobre la piel de algunas personas que encontré en mi camino y que quisieron formar parte de mi
historia.
En Oriente Medio y en
alguno lugares de África, mujeres y niñas decoran su piel con
dibujos de henna. En Yemen, por ejemplo, son conocidos
con el nombre de naqsh. Se utilizan tintes a base de manganeso
o henna para realizar dibujos geométricos o florales, son de
color negro y decoran manos, pies o cara. En Kenya, las
mujeres swahili se pintan brazos, piernas, pies y manos con
henna el día de su boda como lo hacen también en Rajastán
(India).
En la Isla de Borneo
(Malasia), donde aún habita la tribu de los Iban, los antiguos cortadores de cabezas, los hombres se añadían un
nuevo tatuaje, por cada “delito de sangre” cometido, para dejar
visible así su hombría.
En Túnez las
mujeres bereberes se tiñen el pelo con henna de color naranja
y se hacen dibujos en la piel, también con este tinte. También en
África pero esta vez en Mali, las mujeres Peúl o
Fulani como también se conoce a esta etnia nómada, se tatúan
los labios. Para los Peúl la belleza es tan importante como
la familia y su ganado, así que tanto hombres como mujeres jóvenes,
se pintan con ocre o sulfuro de antimonio para estar más atractivos.
Es así, como los
tatuajes alcanzan puntas opuestas del mapa y sirven para un mismo
propósito:
¡Ser admirados!
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