Sobrevivir a Delhi


Uno llega a Delhi después de…. ¿cuántas horas? ¿Diecisiete de vuelo?

Cuando pones el pie en la escalerilla del avión, compruebas de inmediato y en tus propias carnes que significa la palabra “monzón”. No importa la hora que sea, a las seis de la mañana puedes sentir el calor más húmedo, de todos los que hayas experimentado anteriormente, ni siquiera superado por tu gran experiencia en el interior de un baño turco. Por sudar, te sudan hasta las pestañas, sí estás en agosto en un inolvidable viaje a la India que aunque tú todavía no sabes pasará a los anales de tu historia como viajer@.

Agobio es la primera sensación fuerte -y la que te acompañará el resto de tu experiencia hindú- que uno experimenta tan sólo salir del Delhi Airport con dirección al hotel elegido, ¡será toda una experiencia!. Me he olvidado de darte la bienvenida a la India; controles de inmigración, peleas mientras buscas un taxi prepagado que te lleve hasta tu hotel. Primero intentando que no te cobren de más, segundo tratando de que no te engañen y conseguir un precio justo por la carrera y tercero peleando y defendiendo que te lleven al hotel que ya tienes contratado desde España y pagado desde hace meses. Sí, aquí lo normal es que el taxista te lleve a la dirección que el cliente indica pero en la India la vida funciona de otra manera. El taxista te sugiere hoteles, tiendas, monumentos e incluso ciudades distintas “a no importa qué sitio” quieras ir tú.

Si vas a viajar a la India aprende a rezar, te va a hacer falta.

Suspiras triunfante cuando sales “literalmente” escapándote de la terminal del aeropuerto. Atrás dejas taxistas falsos, timadores de poca monta y otras aves de rapiña. Tan sólo te atreves a suspirar, la sonrisa hay que guardarla para después. Llegas hasta una cabina un poco escondida y mal iluminada en mitad de lo que se supone es una acera, aquí pagas la carrera que aún no has hecho de tu taxi que de momento tampoco has visto y miras hacia el edificio del aeropuerto como aquel que deja una fortaleza protegida, ahora no te parece tan mala idea volver dentro a gritar un poco.

Llevas en el cuerpo tantas horas de vuelo, y tan pocas en el nuevo país, que consideras que es muy pronto para empezar a sospechar de un posible timo. Sin que nadie te vea, cruzas los dedos y sigues al conductor de tu supuesto taxi. Respiras hondo antes de subir al vehículo, ¡vamos allá Delhi!.

Bienvenido a la jungla de la capital: calor sofocante, bulliciosos y variopintos grupos de gente, humos densos de toda clase de vehículos que queman mal su combustible-tanto de tracción mecánica como animal. Algarabía, follón, agobio y un batallón de taxistas en posición defensiva que te esperan a ti, sí a ti. Tú ya sabes que tienes taxi, ellos estoy casi segura que también lo saben pero allí están como una jauría que pujan por ti. ¿qué pasa es que, no hay más gente? Aix.. ¡qué inocente y frágil es un@ fuera de casa!. Por los gritos que salen del pelotón de taxistas y de aquellas bocas con pocos dientes, vas entendiendo que el Fin del Mundo está cerca. Insisten, te hacen señas con sus ropas ligeramente raídas y con restos de manchas antiguas sobrepuestas y que forman una completa litografía de la gastronomía hindú.

Adelantas el reloj cuatro horas y media con respecto al huso horario de España y por un momento piensas que has sobrevivido a tus primeras cinco horas en la India, de momento sin percance físico alguno y cuando estás a punto de celebrarlo te das cuenta que no llevas ni media hora liando con la población india. ¿1240 millones dices que hay aquí?

Aproximación a Delhi
Sales del Hotel Southern que no tiene nada que ver con el de las imágenes de Booking dispuesto a conocer esa ciudad llamada Delhi y qué no sabes porqué ha formado parte de tu mente durante años. Cuando salgas de India seguirás sin saber porqué había estado tanto tiempo.

Delhi es la capital del desconcierto a veces divertido otras canalla, la capital del timo fácil e inocente al estilo de los pillos y la picaresca del Lazarillo de Tormes pero con dhoti. Bienvenido a Delhi; las calles son sencillamente agobiantes. Ratas, perros, cabras, vacas, búfalos, camellos, papeles, bolsas, flores marchitas, basura, suciedad, charcos, heces, orina, autobuses, camiones, coches, carros, rickshaws, carretillas, motos, scooters, bicicletas, polución, población y ruido, mucho ruido. Podría hacer la lista en orden alfabético, creo que me olvido algo... autobuses, basura, bicicletas, bolsas, búfalos, cabras, camellos, camiones...

¡Bah! No importa. Preparad vuestras cámaras, vuestra memoria y vuestros ojos, el recorrido por las calles de Delhi va a ser inolvidable.

Trabajos en el asfalto sin señalizar, mujeres trabajando en las zanjas, tráfico caótico, leprosos en los semáforos, una danza urbana hindú que ya no te abandona en todo el viaje. En India la calle es la vida y la vida sucede en la calle, en la calzada o en los márgenes de las carreteras, aparecen animales sueltos, solos o en rebaño, con pastor o sin él. Vehículos de toda clase circulan dentro y fuera de las carreteras, calles y vías, con variados tipos de tracción, desde humana hasta animal o mecánica. Ancianos, hombres, mujeres, niños están en un infinito movimiento con algún destino donde ir a pie o en vehículo, en soledad solos o en grupo, van y vienen. Seres que trabajan, venden, comercian, peregrinan, rezan, se lamentan, piden, exigen, suplican, predican, charlan, gritan, discuten, juegan, leen, hacen música, cocinan, comen, beben, escupen, orinan, ensucian, duermen, se lavan, miran, observan, malviven. Otra lista que no importa si empieza por el principio o el final.

Bienvenido a la capital de la India, la enorme ciudad de las masas de gente anónimas, pero también es la ciudad de las personas con rostros, gestos, expresiones que se clavan en la memoria adornadas con atuendos de otro mundo, llenos de color o de blanco “no impoluto”: saris, sarongs, chilabas, uniformes, dhotis, kurta-pijamas, camisas, faldas, harapos, pantalones o taparrabos. Esto sí que es un desfile de moda ¡abajo la globalización!

¿Qué hacer en Delhi para sobrevivir?
De todas las experiencias recomendables para hacer en Delhi, una de las más impresionantes y divertida es un viaje en rickshaw. El rickshaw es un vehículo de tres ruedas, un extraño híbrido entre bicicleta y carricoche o a veces de moto y carricoche donde caben de una a cuatro personas. El “conductor” pedalea en la bicicleta con la única fuerza motora de sus piernas, transportando al cliente sentado -ya sea una persona o una familia entera con equipaje incluido- dentro de un habitáculo de dos ruedas que lleva enganchado detrás.




La versión motorizada es la moto-rickshaw, en este caso el combinado sería un cruce entre vespa y un carromato de varias plazas cubierto con una carrocería de hojalata más o menos aerodinámica. El tráfico y el recorrido es imprevisible al cien por cien, tanto como, el llegar a un acuerdo con el conductor, sobre el precio de la carrera. Si después de todo uno sale airoso del pacto y del trayecto, el vídeo que acompaña este relato puede ser un ejemplo de lo que puede suceder si decides recorrer Delhi en rickshaw.

2 comentarios:

DinkyViajeros dijo...

Maaaadre mía! No sé si nosotros, con lo urbanitas que somos, sobreviviríamos a tal caos... :S

Planeta Dunia dijo...

India sirve para "curtir" turistas y convertirlos en "viajeros", si sobrevives, claro 😜
Gracias por vuestro comentario. No dejéis de viajar y sacar vuestras propias experiencias. Saludos

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